Brujas -Brugge en neerlandés, Bruges en francés- es una ciudad belga que tuvo una etapa brillante en el medievo: fue el principal puerto europeo a orillas del río Djiver; hasta el siglo XV, un emporio manufacturero y comerciante. Cruzada por infinitos canales y unida por cientos de puentes -su nombre deriva del neerlandés brug, que significa puente-, la ciudad antigua es una sucesión de palacios, iglesias, lonjas, casas de gremios, Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000.
Se sabe que Brujas comerciaba a través de sus canales ya en el siglo XI, hasta que la sedimentación cerró el canal de salida al mar. En 1134, la riada producida por las lluvias abrió de nuevo el canal Zwin hasta el Mar del Norte. Cuatro siglos después, el Zwin volvió a cegarse, arruinando el comercio exterior pero preservando su casco antiguo.



Brujas conserva tramos de su antigua muralla y edificios que hablan de ese pasado esplendor. El corazón la ciudad late en su Grote Markt, flanqueada por el palacio provincial, de estilo neogótico, y, sobre todo, la Torre Campanario del siglo XIII, cuyo carillón de 40 campanas sigue dando las horas a diario y, como el resto de torres, evoca el poder económico de las ciudades flamenca durante la Edad Media. En su origen era un observatorio desde el que se advertía de ataques o incendios, del cierre de la muralla o, más recientemente, del toque de queda, cuando la ciudad estuvo ocupada por tropas alemanas. Desde su punto más alto se contempla la red de canales hasta el mar, a condición de que se asciendan sus 336 escalones, lo que nosotros no hicimos.


En el centro de la plaza se alza la estatua de Jan Breydel y Pieter de Koninck, héroes locales que defendieron la ciudad contra las tropas francesas que la invadieron en 1302.


La plaza, llena de bares, restaurantes y chocolaterías, se comunica con otra igualmente monumental, la Burg. Por el Callejón del Asno Ciego se llega al antiguo mercado de pescado y al muelle medieval de mercancías que llegaban a través de Zeebrugger -literalmente, Mar de Brujas- y que enriquecieron a la ciudad. Por este puerto del Mar del Norte entraba la lana merina de Castilla y, una vez transformada en sus talleres, salían los famosos paños de Brujas.




Como visitábamos la ciudad en un viaje organizado en grupo, fuimos allí donde nos llevaron. En primer lugar, comimos en uno de los restaurantes de la Grote Markt, para dirigirnos enseguida al Minnewater -Lago de los Enamorados- donde tomamos una de las barcas turísticas que recorren los canales. Este lago fue el muelle de las embarcaciones que durante los siglos XIV y XV cubrían la ruta comercial entre Brujas y Gante. Hoy es un rincón placentero y hermosísimo, donde se celebran conciertos estivales.







El barco bordea el beguinaje -Begijnhof- fundado en el siglo XIII para acoger a las beguinas, mujeres laicas, solteras, viudas o con el marido en el ejército, que hacían vida retirada sin estar unidas por votos religiosos. Actualmente en las casas residen estudiantes y una comunidad de benedictinas.





Al igual que en Gante, también aquí destacan tres grandes torres. Además de la Belfort, la torre de la iglesia de Nuestra Señora y la de la catedral de San Salvador, obra del siglo XIII.


Nos hubiera gustado visitar el Museo Groeninge, con obras de los maestros de la pintura flamenca, pero no estaba incluido en el tour y no nos quedó tiempo para ir por nuestra cuenta.
La iglesia de Nuestra Señora es una construcción del siglo XIII, la primera iglesia gótica de ladrillo levantada en Flandes. Su interior es el exponente del esplendor medieval en la ciudad; guarda un lienzo de Miguel Ángel, una Madona, y los mausoleos del duque de Flandes y Borgoña, Carlos el Temerario, y de su hija, la duquesa María de Borgoña, muerta en Brujas en 1482, esposa del emperador Maximiliano de Austria, padres de Felipe el Hermoso, quien ordenó el traslado de los restos de su abuelo a este lugar. Los mausoleos góticos los representan tumbados, con las manos juntas y los ojos abiertos. Aunque ambos fueron duques por igual, a los pies de él se puede ver un león, símbolo de la fuerza; a los de ella, un perro, símbolo de la fidelidad. La torre mide 123 metros de altura.


No lejos de esta iglesia se encuentra la catedral de San Salvador, construida en el siglo XI como un pequeño templo románico, que ha sufrido cuatro incendios a lo largo de su historia, siendo remodelada después de cada uno de ellos. El resultado es una mezcla de estilos: románico, gótico, gótico florido y neogótico. En 1834 fue designada como catedral, construyéndose entonces la torre actual, de estilo neorrománico.

También visitamos la basílica de la Sangre, llamada así por guardar una reliquia de la sangre de Cristo, supuestamente recogida por José de Arimatea y traída desde Tierra Santa por el conde de Flandes, Teodorico de Alsacia. La iglesia tiene dos plantas, la inferior, dedicada a San Basilio, se corresponde con la obra románica del siglo XII. La reliquia se encuentra en la planta superior, de estilo gótico, reconstruida en los siglos XVI y XIX. Enfrente de esta basílica se encuentra el hospital Sint-Janshospital, del siglo XIII, tenido como el más antiguo de Europa.




En Brujas el chocolate lo invade todo pero no huele como en Bruselas. Callejear por la ciudad es una delicia, contemplando sus casa típicas de ladrillo y fachada triangular.




Cerca de uno de los canales nos encontramos con una escultura dedicada a Juan Luis Vives, humanista y pedagogo, judío valenciano, que se refugió en Brujas huyendo de la persecución a judíos y conversos durante el reinado de los Reyes Católicos. En esta ciudad se casó con Margarita Valldaura, de familia burguesa valenciana, aquí murió en 1540 y está enterrado en la iglesia de San Donaciano.Hay que señalar que cuando el humanista enfermó ella le sustituyó, recuperando e imprimiendo sus discursos, conferencias y apuntes. A su muerte en 1542 fue enterrada en la misma tumba que su marido, en cuya lápida se escribió: “Margarita Valldaura, dama de rara honestidad y en grado extremo semblante a su marido en dotes del espíritu, voz del sexo femenino, y a ambos unidos como siempre vivieron en alma y cuerpo y aquí entregados en la tierra, a la par los dos”. Me hubiera gustado haber podido visitar la tumba de esta mujer, “voz del sexo femenino”, pero tampoco estaba previsto en el itinerario del grupo. Ventajas e inconvenientes de los viajes organizados.


Brujas nos pareció una ciudad provinciana y tranquila. En sus calles abundan las imágenes marianas que llaman avemarías. En un poste publicitario nos encontramos un cartel de Adamo, cantante famoso en nuestra juventud, autor de canciones para bailar agarrao. No hay rincón de la ciudad que no sea hermoso. Se cuenta que durante la Segunda Guerra mundial el general alemán que ocupaba Brujas trasladó el frente fuera de la ciudad para salvarla de la primera línea de fuego.





Aunque rápida la visita, al menos hicimos noche en Brujas, lo que nos permitió pasear a la luz de la luna por una ciudad que hace honor a su nombre.




Fotos: ©Valvar


