Toro

Toro es una ciudad zamorana que no alcanza los diez mil habitantes pero tiene todo lo que un viajero puede buscar cualesquiera que sean sus gustos: una impresionante colegiata, iglesias de casi cualquier estilo, palacios, buenas bodegas con mejor vino, una gastronomía contundente y paisajes impresionantes con el río Duero como espina dorsal.

Aparte de las muchas veces que habíamos hecho un alto en alguno de nuestros viajes, en 2016 pasamos un fin de semana en la ciudad que ese año era sede de Las Edades del Hombre. He de advertir que esta exposición de arte sacro, de interés indudable, no es la mejor ocasión para fotografiar un lugar porque la organización tiene por norma prohibir las fotos. Por si fuera poco, habían cubierto la portada de la colegiata, así que aprovechamos la estancia para conocer Toro y nos prometimos volver cuando hubiera pasado el evento.

Para compensar, habíamos reservado estancia en el Palacio Rejadorada, hotel de pomposo nombre y magnífica historia que remite a la guerra civil suscitada entre los partidarios de Juana de Castilla, hija de Enrique IV, mal llamada la Beltraneja, aspirante a su suceder a su padre, y de Isabel de Castilla, conocida como la Católica, que ya se había proclamado reina.

Estando Toro en poder de los portugueses mandados por el rey Alfonso V de Portugal, tío y marido de Juana, un grupo de toresanos partidarios de la Reina Isabel se reunían en secreto en la casa de Antona García, casada con Juan de Monroy, gentilhombre del Rey Juan II de Castilla, padre de Isabel y abuelo de Juana, planeando levantarse contra los portugueses y entregar la ciudad a los Reyes Católicos. Descubiertos y encarcelados, el 9 de agosto de 1476 Antonia fue ahorcada y su cadáver colgado para servir de escarmiento en la reja de su casa, añadiendo vejación al castigo, por ser esta una ejecución impropia de la mujer de un hidalgo.

Cuando la ciudad fue tomada por las tropas de Isabel, esta se presentó en la casa de los Monroy y mandó dorar la reja de la casa, como recuerdo y homenaje al valor y coraje de Antonia García. Si queréis conocer la historia completa, aquí la tenéis. Añadiré que en nuestra estancia dormimos en cama doselada, como príncipes.

Empezamos nuestra visita a Toro por el principio, esto es, el alcázar que dio origen a la ciudad. De su construcción original conserva los muros y los volúmenes, aunque a lo largo del tiempo ha sufrido no pocas reformas. Estas piedras han visto la proclamación como rey de Fernando III y la celebración de cortes medievales, aparte de haber sido bastión de la princesa Juana en su lucha contra su tía Isabel. En el siglo XIX fue cárcel y hoy es Oficina de Turismo. Desde su adarve se contempla la ciudad de Toro y la vega del Duero.

Las iglesias de Toro conforman un importante núcleo del románico-mudéjar. La más antigua es San Lorenzo el Real, del siglo XII, cuyo interior guarda el sepulcro gótico-flamenco de los Castilla Fonseca y el retablo de Fernando Gallego, ambos del siglo XV.

San Salvador toma el apellido de los Caballeros de su pertenencia a los templarios. Convertido en museo de escultura medieval, conserva restos de pinturas murales de distintas épocas.

A ellas hay que añadir la iglesia del Santo Sepulcro (s. XII), que perteneció a los caballeros de este nombre; la de San Pedro del Olmo (s. XIII) y la ermita de Nuestra Señora de la Vega, a la orilla del río Duero.

San Julián de los Caballeros es un antiguo templo mozárabe reconstruido en el siglo XVI por Gil de Hontañón, que guarda las tumbas de Antonia García y su marido Juan de Monroy.

Santo Tomás Cantuariense, fundada en el siglo XII, conserva trazas de sus orígenes mozárabes. De Santa Catalina de Roncesvalles (S. XII) destaca su Portada de la Majestad, esculpida en piedra, con su policromía original. La iglesia de la Concepción (XVII) es Museo Municipal.

 San Sebastián de los Caballeros está en la plaza de la Paja, Fue reedificada en 1516 por Fray Diego de Deza, cuyas armas se ven en las bóvedas. Acoge las pinturas murales del Monasterio de Santa Clara, esculturas y pinturas.

Dentro del ámbito sacro están el Real Monasterio de Sancti Spiritus (s. XIV-XVII) de monjas dominicas, hoy Museo Comarcal de Arte Sacro. Entre sus interesantes piezas destaca el sepulcro de alabastro de la reina Beatriz de Portugal (s, XV).

El Monasterio de Santa Sofía, fundado por la reina regente de Castilla María de Molina. https://turismotoro.com/index.php/es/galeria/gallery/convento-sofias y el Real Monasterio de Santa Clara, fundado por Berenguela, la primogénita del rey Alfonso X el Sabio, de cuyo interior proceden los frescos de la iglesia de San Sebastián https://turismotoro.com/index.php/es/galeria/gallery/convento-santa-clara. En esta capítulo hay que incluir el Convento de San José, de las carmelitas descalzas, el de las Comendadoras Mercedarias, el de los Mercedarios Descalzos. Este convento tiene la particularidad de que se ayuda en su economía comercializando los licores de la marca “Padre Evencio”, monje real que acertó a compaginar su labor pastoral y su afición a la elaboración de licores, con éxito empresarial.

No solo cuenta con un gran patrimonio sacro, Toro ofrece un buen catálogo de palacios, además del ya mencionado de Rejadorada o de Monroy, testigos de un pasado de la ciudad residencia de reyes y nobles. A este capítulo corresponden el palacio de Valparaíso (x. XVIII), el de las Bolas, el de los Condes de Requena -gótico del siglo XV, conserva un pequeño relieve con una escena de tauromaquia-, el de los Condes de Castrillo -hoy Casa de Cultura-, el de Bustamante -construido por el rey Pedro I de Castilla, siglo XV, actualmente propiedad particular-, el de los Marqueses de Alcañices -última residencia del Conde Duque de Olivares-, el de las Leyes, donde en 1505 Fernando el Católico mandó leer el testamento de Isabel la Católica proclamando heredera a su hija Juana y nombrándose él regente, y donde se proclamaron la 83 Leyes que llevan el nombre de Toro.

Testigo de sus siglos florecientes son el Hospital de la Cruz (s. XVI), uno de la veintena de centros de beneficencia que tuvo la ciudad, hoy dedicado a actividades culturales; el Teatro Latorre (XIX), de estilo isabelino, hoy teatro municipal. La Torre del Reloj (XVIII) se levanta sobre la antigua Puerta del Mercado. De ella se dice que, a falta de agua, se utilizó vino para amasar el mortero. Su reloj sigue dando la hora a los toresanos. La Casa Consistorial (XVIII) es obra de Ventura Rodríguez.

Realmente, es difícil transitar por las calles de Toro sin darse con algún testigo de su protagonismo histórico. Empezando por el verraco celtibérico -de la Edad de Hierro- que da nombre a la ciudad y presencia a su blasón. El Puente Mayor, de origen romano reconstruido en románico tardío. El Arco del Postigo, las Puertas de Santa Catalina (XVIII) o de Corredera (XVII), abierta para honrar a Felipe III en su visita a la ciudad. Para una visión de conjunto nada mejor que el Mirador de la Magdalena.

Nos gustó tanto la ciudad que perdonamos a las Edades del Hombre que hubiera cubierto la portada de la colegiata, emplazándonos a volver para conocerla. Volvimos en julio de 2022.

La colegiata de Toro, iniciada en el siglo XII, es una enorme construcción en la que se conjugan bastante armónicamente distintos estilos y materiales correspondientes a etapas y maestros diferentes y en la que resulta evidente la influencia de las catedrales de Salamanca y Zamora, con añadidos mudéjares. De piedra caliza grisácea la cabecera y la portada norte; de arenisca rojiza los muros exteriores, la nave central, cimborrio, torre y pórtico occidental. Es una iglesia de planta de cruz latina con tres naves, la central más ancha que las laterales; la cabecera es de tres ábsides. En el cimborrio se aprecia la influencia bizantina en su forma y poitivina en la distribución de sus elementos.

Las portadas sur y norte se atribuyen al primer maestro que trabajó en la colegiata, utilizando técnicas vanguardistas para el momento; la primera es de arco apuntado con cuatro arquivoltas adornadas con motivos geométricos y vegetales; la segunda es de arco de medio punto, también de cuatro arquivoltas, que apean en grupos de tres columnas con un ábaco común.

En la arquivolta exterior aparece Cristo en Majestad junto a la Virgen y un San Juan -Bautista o Evangelista- acompañados de 24 músicos que representan los ancianos del Apocalipsis. En la tercera arquivolta aparece de nuevo Cristo acompañado de ángeles.

La joya de la colegiata es la deslumbrante puerta de la Majestad, de arco apuntado (siglo XIII). Las columnas historiadas del arranque son tardorrománicas; la parte superior, totalmente gótica. El motivo principal de su iconografía es la Dormición y Coronación de la Virgen, al que se añade la venida de Cristo (Parusía) y el Juicio Final, de nuevo Cristo rodeado de los 24 ancianos, muy expresivos. El conjunto se encuentra en un magnífico estado de conservación, en buena medida porque esta puerta se encuentra protegida por un pórtico también del siglo XIII.

El interior es tan rico como el exterior. Personalmente, me gustó sobremanera una Virgen embarazada que se apoya sus pies en la conocida escena del árbol del paraíso, con un Adán llevándose la mano a la gargante y una Eva sonriente señalando el fruto prohibido.

Para sacar de dudas a posibles viajeros. Si alguien piensa que la visita a Toro se puede zanjar en un rato perdido que sepa que está en un error, aparte del atractivo de su colegiata tiene otros muchos encantos que le engancharán sin remedio.

Fotos: ©Valvar

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