A lo que parece, viajar es la utopía de los que trabajan y la afición de los jubilados. Esta inclinación al zascandileo hace que en ocasiones nos juntemos demasiadas personas en un mismo lugar. No hablamos ya de Venecia, de Roma o París, que hace tiempo han alcanzado el punto de saturación. A veces ocurre en un museo, ante una iglesia conocida, en cualquier sitio que se haya hecho famoso.
En el extremo contrario, hay lugares hermosísimos olvidados que, aparte de su belleza, ofrecen interrogantes que hacen pensar. San Martín del Rojo, en el Valle de Manzanedo, al norte de la provincia de Burgos, es uno de ellos. Nosotros lo descubrimos hace muchos, muchos años, cuando la jubilación nos parecía cosa ajena. Allí encontramos una persona que bien pudo haber inspirado al escritor Miguel Delibes para su novela El disputado voto del señor Cayo. Él fue quien nos abrió la puerta de la iglesia de la Asunción, que preside la población desde un alto. Pero nuestro particular señor Cayo murió hace tiempo y la ausencia de cualquier ser humano en los alrededores convierte en lacerante y desolador este San Martín del Rojo, vacío como tantos pueblos del interior.


Para llegar aquí hay que seguir la carretera BU-V-5744 hasta el final. El escenario tiene algo de desolación: piedras amontonadas, paredes desdentadas, ruinas de casas que algún día estuvieron llenas de vida. Solo se oye el rumor del viento y el canto de los pájaros, si hay viento y si hay pájaros.


La iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, restaurada hace una década, es testigo de que hubo otros momentos de vida. Fue construida en el siglo XII, de planta basilical. Siglos después, sobre el hastial occidental se le añadió una espadaña barroca.
Protege la fachada meridional un pórtico sostenido por dos columnas cuyos capiteles proceden de la iglesia de Fuente Humorera, lugar actualmente vedado por haber sido adquirido por un particular.


Para nuestro pesar, no conservamos las fotos -todavía en papel- que hicimos en la única ocasión que pudimos ver el interior. Recordamos vagamente que tenía una sencilla pila bautismal y unos capiteles con escenas profanas, músicos, una bailarina, algún ave… Si quieres conocer más de esta iglesia, la página de Arteguías te lo cuenta aquí 👇








Hay que acercarse para comprobar la hermosura primitiva y tosca de la iglesia, que parece esconder algún secreto no desvelado. ¿Qué significan ese tañedor de fídula, esa mujer que se burla con descaro del que mira, ese domador que tira de un animal, esas figuras grotescas? ¿Qué historia nos cuentan los primitivos constructores con esa comitiva de encadenados desde las arquivoltas de la portada? ¿Es la lección de catequesis que emana de las construcciones románicas o nos están comunicando un mensaje ignoto? ¿La tosquedad de las figuras responde a impericia del tallador o estamos ante un innovador, un picasso de su tiempo?







Volvemos a veces, paseamos por el entorno, por el placer de saborear la soledad y la belleza de este rincón, rodeamos la iglesia y nos marchamos con la sensación de haber asistido a una demostración de sabiduría antigua e inaprensible.


Fotos: ©Valvar


