El puente de Alcántara

El puente de Alcántara es una obra monumental de repercusiones históricas, legendarias y literarias. Uno de los puentes romanos más notables de los que permanecen y una de las obras de ingeniería más destacadas de la Hispania romana.

Este monumento que se levanta en la provincia de Cáceres, tan monumental ella misma, mide 214 metros de longitud y 57 de altura. Sus dos arcos centrales tienen una altura de 48 metros y una anchura de casi 30; su calzada mide ocho metros.

Construido entre los años 105 y 106 de la era cristiana con sillares almohadillados de roca granítica de entre 45 y 50 cm., salva el curso del río Tajo apoyado sobre cinco pilares de distinta altura que se adaptan al terrero. En su origen pretendía comunicar la ciudad Norba Cesarina (la actual Cáceres) con Conimbriga (Condeixa-a-Velha, Portugal), en el camino que conducía a Lisboa.

Como en las modernas autovías, sobre el pilar central se eleva un Arco de Triunfo de 13 metros de altura, cuyas inscripciones explican, entre otros asuntos, que el puente fue construido por Cayo Julio Lacer en honor del emperador Trajano –nacido en la Bética hispana- y costeado mediante impuestos sobre los pueblos lusitanos Igaetani, Lancienses, Opidani, Talori, Interannienses, Colarni, Lancienses Transcudani, Arani, Meidubrigenses, Arabrigenses, Benienses, Paesures. Una obra destinada a durar por siempre en los siglos del mundo

En su cabecera se levanta un sencillo templo dedicado al emperador Trajano y a los dioses de Roma. En el siglo XIII se cristianizó poniéndolo bajo la advocación de San Julián.

Si a los romanos les debemos la fábrica el nombre se lo debemos a los árabes que lo llamaron Al-Qantarat, El Puente. Otra versión lo traduce como Kantara As-Saif, el Puente de la Espada. En esta versión se basa una leyenda que vincula el puente con Excalibur, la espada del rey Arturo, oculta en algún lugar del mismo. Una variante igualmente legendaria sostiene que los árabes descubrieron una espada oculta en el interior de la obra romana, sin que esté claro si aún permanece o desapareció. Una tercera versión afirma que la susodicha espada se encuentra en el remate de la torre que se alza sobre el puente, que si se tira de ella se consigue extraerla tres palmos pero en cuanto se suelta vuelve a su emplazamiento secular. Finalmente, la espada sería la del último rey visigodo, don Rodrigo, quien habría llegado hasta Alcántara huyendo de los moros. Una vez muerto, su cadáver fue enterrado en Viseu (Portugal) y su espada colgada del arco más alto del puente, en un punto inalcanzable, donde habría permanecido durante siglos, hasta que desapareció, nadie sabe cuándo ni por qué. Siguiendo esta última versión al escritor Frank Baer pergeñó la novela «El Puente de Alcántara». Si eres dado a creer en leyendas, puedes elegir la que más te guste.

El colega es muy aficionado a la literatura y arquitectura romanas así que cuando nuestros amigos cacereños Valentín y Mari Paz nos llevaron a conocer el puente de Alcántara él estuvo a punto de levitar. En verdad, cuando lo ves aparecer al doblar un recodo de la carretera Ex-207, por muy advertida que vayas, creerás que se trata de una aparición. Estás ante una obra del siglo II que desde entonces ha venido permitiendo el paso a personas y carruajes.

Debo añadir que visitar Cáceres es una buena idea en cualquier momento. Tiene lugares abiertos de una belleza exultante lindantes con poblaciones que fueron escenario de momentos decisivos en el devenir colectivo o de donde salieron hombres que conquistaron un continente. Dólmenes prehistóricos, calzadas y puentes romanos, iglesias visigodas, aljibes árabes, torres defensivas, cuarteles de órdenes militares, casas blasonadas, plazas e iglesias que conviven con dehesas de un verdor esplendoroso; humedales rebosantes de cigüeñas y otras aves que se besan con horizontes que se tiñen con los colores del arco iris.

Nosotros tuvimos la fortuna de hacerlo en compañía de buenos amigos que en Alcántara nos mostraron el convento de San Benito (siglo XV), conocido como Convento Viejo y otros lugares de la ciudad. Para colmo, nos llevaron a comer a un antiguo convento del siglo XV, la Hospedería Conventual 👇. Más no se puede pedir.

Fotos: ©Valvar

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