La Ribera del Duero es una comarca con un patrimonio cultural y una historia milenarias. Su paisaje está plagado de viñas, cuyo cultivo se ha venido rigiendo por las normas de vendimia y pastos que la reina Violante firmó en 1295. Grupos locales pretenden que estas normas, vigentes durante siete siglos, sean declaradas Patrimonio Inmaterial de la UNESCO.

Desde el punto de vista vitivinícola, la Ribera del Duero se extiende por cuatro provincias -Soria, Burgos, Segovia y Valladolid- y por seis Comunidades de Villa y Tierra: Curiel, Peñafiel, Roa, Aza, Montejo y San Esteban. En una extensión de 26.123 hectáreas atravesadas de este a oeste por la carretera N-122 que algún día será la A-11 -si los dioses lo permiten-, por la autovía A-1 de norte a sur y en cualquier dirección por una red de carreteras comarcales y locales se concentra una comarca esplendorosa desde el punto de vista económico.

Trescientas bodegas que elaboran el caldo obtenido en 63.630 parcelas de viñedo en las que trabajan cerca de 8.000 viticultores. Un total de 2.225 marcas, amparadas por la Denominación de Origen, que embotellan vinos tintos -jóvenes, crianzas, reservas y grandes reservas- rosados y blancos.

En el plano cultural la comarca es el edén del viajero: una rica gastronomía, buen vino, excelentes alojamientos en entornos rurales o urbanos y un abanico de rutas para todos los gustos👇. Los amantes de la naturaleza pueden seguir alguno o todos los tramos (seis) de la ruta Camino natural del Duero 👇 entre viñedos y campos de cereal, bosques de chopos o sauces, olmedas, pinares, sabinares o encinares, con avistamiento de aves migratorias, buitres, palomas, ruiseñores o mirlos; o conocer los árboles singulares de la comarca. 👇




El río Duero, aparte de dar apellido a la comarca, riega sus tierras y recibe el tributo de agua de sus afluentes, Arandilla, Riaza o Duratón, ofreciendo la posibilidad de cruzarlos mediante obras de ingeniería cargadas de historias, esta es la ruta de puente a puente 👇: en San Esteban de Gormaz, Langa de Duero, La Vid, Vadocondes, Aranda, Roa, Bocos de Duero, San Martín de Rubiales, Peñafiel, Pesquera o Quintanilla de Onésimo.









Los devotos de la nobleza pueden seguir los pasos de Isabel la Católica👇 , que por aquí anduvo trajinándose la corona primero, y luego, disfrutando de su conquista: Aranda, la Ventosilla o Roa son algunos de sus escenarios.






Si lo prefieren, en Peñafiel pueden seguir a don Juan Manuel 👇, hombre culto, autor del Libro de Patronio o Conde Lucanor. Los aficionados a la literatura pueden rastrear la sombra de Miguel Delibes en Quintanilla de Onésimo y Peñafiel.
Si hablamos de personajes ilustres aquí tenemos para todos los gustos: el Cid, el Empecinado, Napoleón y Santo Domingo de Guzmán con sus rutas correspondientes. Los fans de Rodrigo Díaz👇 pueden visitar Castillejo de Robledo donde el Cantar del Cid sitúa la Afrenta de Corpes.


Castrillo de Duero, Fuentecén, Milagros, Peñafiel, Valbuena de Duero, Olmos de Peñafiel, Nava de Roa fueron el escenario de las andanzas de Juan Martín Díez, el Empecinado, 👇 para acabar ejecutado de mala manera en Roa.


En cuanto a Napoleón 👇, Aranda, Gumiel de Izán, Peñaranda de Duero, Hontoria de Valdearados, Vadocondes, La Vid y Roa guardan memoria de su paso por la Ribera.







La presencia de Santo Domingo de Guzmán 👇 permanece en Caleruega, donde nació, y también en Valdeande, Tubilla del Lago, Villalbilla de Gumiel, Gumiel de Izán -donde vivió con su tío Gonzalo de Aza, arcipreste de la villa- La Vid, Guzmán, Aza o Peñafiel.





Teniendo en cuenta que estamos en el corazón de la vieja Castilla, es normal que abunden las fortalezas. La ruta de los castillos👇pasa por San Estaban de Gormaz, Peñaranda de Duero, Peñafiel, Curiel, Langa, Aza, Castillejo de Robledo o Caleruega.







Por la misma razón de hallarnos en tierra de repoblación tras la reconquista, permanecen hermosos ejemplares de monasterios👇: Santa María en la Vid, Santo Domingo en Caleruega, San Pedro Regalado en La Aguilera, San Pablo en Peñafiel o Santa María de Valbuena en San Bernardo, en cuyas estancias se firmó la sentencia de doña Violante.




De su época de prosperidad quedan un ramillete de palacios 👇 que bien merecen una visita: los de Avellaneda en Alcubilla de Avellaneda y Peñaranda de Duero, el de don Andrés de la Cuesta en Hontoria de Valdearados, de los Serrano en Sotillo de la Ribera, el de Ventosilla en la finca de su nombre -coto real que alojó a los Reyes Católicos juntos y por separado, a su hija Juana I y a sus nietos Carlos y Fernando-, de Guzmán y Santoyo en Guzmán y el de Zúñiga en Curiel de Duero.





Quienes deseen sentirse arqueólogos👇por un día tienen los yacimientos de Rauda Vaccea en Roa, Pintia en Peñafiel, Padilla y Pesquera de Duero, Ciella en Valdeande, La Pudia y San Mamés en Caleruega o la ermita de Santa Cruz en Valdeande. Por poder, los peregrinos pueden seguir dos de las etapas del Camino Jacobeo de la Lana, 👇de Fresco de Caracena a San Esteban de Gormaz y de esta a Quintanarraya.

Como se comprenderá fácilmente, de todas las rutas nuestra favorita es la que propone recorrer el románico👇 de la comarca, desde las iglesias de San Esteban de Gormaz (Soria) -Nuestra Señora del Rivero y San Miguel, cuyo pórtico es el más antiguo de los que se conservan- al monasterio de Santa María de Valbuena en San Bernardo (Valladolid), pasando por Peñalba de San Esteban -Santa María la Mayor-, Rejas de San Esteban -San Ginés y San Martín-, Matanza de Soria -San Juan Bautista-, Sinovas -San Nicolás de Bari-, Caleruega -San Sebastián-, Pinillos de Esgueva -la Asunción- o la Torre del Reloj de Peñafiel.
















Las mayoría de estas iglesias conservan su galería porticada, como es habitual en las Comunidades de Villa y Tierra, para celebrar las reuniones del Concejo, dado que en las Comunidades estaban separadas las funciones religiosas de las civiles.
La Comunidades de Villa y Tierra eran pequeños estados, por concesión del monarca, con fuero propio y mancomunidad de obligaciones, derechos e intereses, especialmente en materia de pastos y represión de delitos. El régimen particular de un territorio, del que era señora una ciudad o villa realenga e independiente, que se comunicaba directamente con el monarca. Esto explica que en 1295 la villa de Roa se dirigiera a doña Violante, viuda de Alfonso X y madre del rey Sancho IV, para resolver las diferencias entre los vecinos de la villa y los de sus aldeas sobre la construcción de la muralla, la vendimia y el pastoreo posterior a esta. La intervención de la reina no era algo extemporáneo sino la forma natural de relacionarse entre las Comunidades de Villa y Corte -a través de sus representantes- y la Corona.
Sepan cuantos esta carta vieren, como ante mí doña Violante por la gracia de Dios Reyna de Castilla e de León sobre contienda que era entre los de la Villa de Roa e los de los Pueblos (…) en razón de la vendimia, de cómo habían de vendimiar, e el rozar sus pagos. E otrosí, por razón de la postura de los sus ganados, de como deben el pacer en las viñas después que fuesen vendimiadas. Vinieron del Concejo de la Villa Pascual Pérez, fijo de Juan Pérez, e Adan Pérez, fijo de don Romero, con personería del Concejo sobredicho. Et por los de los pueblos vinieron personeros Ibanez Vela, de Quintana, e D. Gonzalo de la Forra…

Aquellas ordenanzas, firmadas el 7 de marzo de ese año, establecen que en los pagos de la Villa no se vendimie hasta que lo acuerde el Concejo o que los ganados no puedan pastar hasta que no se haya terminado de vendimiar, so pena de multa. Son las más antiguas que se conocen en España y, tomando como punto de partida la sentencia de doña Violante, a lo largo del tiempo se fueron dictando nuevas normas. En el siglo XV las Ordenanzas de Castilla establecen medidas acerca de la producción y el comercio y otras de carácter fiscal. En junio de 1783 el rey Carlos III aprueba unas normas del Gremio de Cosecheros de Vino en Aranda, para reglamentar la elaboración, cuidar su calidad y garantizar el buen comercio, que le habían solicitado los viticultores de la Ribera.
“Si el ganado o cualquier otro animal de uso entrare en una viña, aunque no haga daño, su dueño pagará cinco sueldos, por la razón de que pisó la viña al entrar y al salir. Además, en cualquier daño causado en las viñas, el dueño elegirá, a su arbitrio, entre la tarifa y la tasación. Además, si desde el principio de enero hasta después de las vendimias alguien entrare en una viña sin permiso del dueño o del guarda, pagará cinco sueldo, aunque no coja nada. Si cogiere uvas u otra fruta, pagará diez maravedíes si es de día, y veinte maravedíes si es de noche, si se lo pudieren probar, y si no, por el daño de día se salvará con seis vecinos y por el de noche como en el hurto. Además, el que cortare vid de viña ajena pagará cinco maravedíes, un maravedí por la rama y cinco sueldos por el sarmiento. El que cortare vid de parral (ajeno) pagará diez maravedíes, cinco maravedíes por la rama, cinco sueldos por cada sarmiento, y cinco sueldos el que cogiere el palo que le sujeta”.
Aunque los restos hallados en el yacimiento vacceo de Pintia en Padilla de Duero (Peñafiel) o el mosaico romano descubierto en Baños de Valdearados -considerado el mayor de la península- permiten suponer que la vid ha estado presente en la comarca desde hace más de dos mil años, el cultivo de las viñas se introduce tras la Reconquista, quizá con la enseñanza de los monjes cluniacenses, de manera que en el siglo XIII, cuando se reclama el veredicto de doña Violante, es ya un cultivo generalizado, con su propia infraestructura, como lo prueban las más de 120 bodegas excavadas en el subsuelo de Aranda y, en menor número, en muchos de los pueblos de la comarca que, como era el caso de Fuentelcésped, Fuentespina, Gumiel, La Horra, Pardilla, vivían del comercio del vino.


Desde mediados del siglo XIX una serie de plagas -el oidio, el mildiu y la filoxera- afectan seriamente al viñedo de la comarca, tanto en la calidad como en la cantidad, de forma que muchos agricultores optan por abandonar su cultivo en favor del cereal.



Cuando a partir de los años 70 del pasado siglo, viticultores visionarios y pioneros de la ribera burgalesa plantearon la necesidad de recuperar el viñedo como una industria propia de la comarca, las normas dictadas por la reina Violante se adaptaron a los tiempos modernos. En aquellos momentos el proyecto fue recibido con indiferencia cuando no recelo en otros ámbitos. Si pudo llegar a buen fin, aparte del esfuerzo y el tesón de sus promotores, se debe al apoyo técnico y económico de la Diputación de Burgos, presidida entonces por Francisco Montoya. Finalmente, en 1982 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación concedía a la Ribera del Duero su Denominación de Origen, aprobaba su Reglamento y se constituía el Consejo Regulador. José Ignacio Gutiérrez y Javier Villagra fueron su primer presidente y secretario, respectivamente. La bodega «Ribera del Duero» cede su nombre a la denominación y toma el de Protos.
En años sucesivos se fueron incorporando bodegas de la provincia de Valladolid -Vega Sicilia, Alejandro Fernández- y rápidamente surgiendo otras nuevas, algunas de capital local y pronto, otras de capital foráneo.


Tras unos años en Aranda, en 1991 el Consejo Regulador de la DO se traslada a Roa de Duero. Ocupa el antiguo y restaurado Hospital de San Juan Bautista, del siglo XVI, al que se le ha adosado una torre, imagen icónica de la Ribera del Duero.


En estos más de cuarenta años se han puesto en marcha nuevas prácticas de cultivo, se han introducido modernas tecnologías para la elaboración del vino y rigurosos procesos de control, de manera que hoy la Ribera del Duero es una comarca de una prosperidad que ni en sus mejores sueños pensaron los promotores. Arquitectos de prestigio firman edificios de bodegas que aspiran a tutearse con las viejas iglesias góticas de la comarca.



Esta es una zona bien conocida por nosotros. Por mí, porque la Ribera es mi cuna, me he pateado sus pueblos y caminos, tanto por devoción como por obligación, especialmente en la década de los ochenta de pasado siglo, cuando se incubaba el proceso que condujo al nacimiento de la Denominación de Origen y yo empezaba mi vida profesional como periodista. Por el Colega, por afición propia y porque cada vez que hacemos una ruta por la comarca le doy la chapa con mis andanzas de antaño. Él, que se las conoce bien de tanto oírlas, pone cara de hacerme caso, pero yo noto que su atención pasa a modo automático. Para disimular, de vez en cuando responde, ya, ya.
Estoy segura de que si la propuesta de organizaciones como La Olmera y la AC Juan Martín El Empecinado pillara con un presidente de la Diputación de Burgos como Francisco Montoya, ya se habría puesto a la cabeza de la iniciativa y se estaría gestionando el expediente para que las normas de la vendimia de la Ribera del Duero fueran patrimonio inmaterial de la UNESCO, le digo al Colega mientras él hace fotos al castillo de Peñafiel. Ya, ya, me responde. Me estás haciendo el mismo caso que la Diputación de Burgos, le digo. No fastidies, contesta, ahora sí atento.
Fotos: ©Valvar



Das más datos que el Esoasa!!
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