Alba de Tormes

Alba de Tormes hace honor a su nombre. Vinculada a la Casa ducal de Alba, su castillo se mira en el río Tormes. Faltaría añadir su vínculo con Teresa de Jesús, la santa que vino a morir aquí.

Repoblada a partir del siglo X, tras la fijación de la frontera en el río Duero, con leoneses y gentes de otras procedencias, el proceso se completa bajo la dirección de Raimundo de Borgoña y de la infanta Urraca, hija de Alfonso VI, durante el reinado de este, finalizadas las razias de Almanzor.

En 1140, Alfonso VII el Emperador concede fuero al concejo de Alba como cabeza de Villa y Tierra, integrado por la población amurallada y las vecindades de Aldehuela, Amatos, Las Huertas, Martinvalero, Palomares, Tejares y Torrejón.

En 1371, Enrique II de Trastamara entrega la villa al infante Dionís de Portugal, como dote de su hija Constanza. Pero el enlace no llega a celebrarse y la villa pasa a don Juan👇, hermano de Dionís y duque de Valencia, que es quien acaba casándose con Constanza. Beatriz de Portugal, la hija de este matrimonio, será señora de Alba hasta 1411, pasando entonces al patrimonio de los Infantes de Aragón. En 1429 los Infantes guerrean contra Juan II, y pierden la batalla, pasando el señorío a los Álvarez de Toledo, primer señor de Alba de la familia desde 1430.

Otro Álvarez de Toledo, don Gutierre, obispo de Palencia, levanta el palacio, un hospital y el monasterio de San Jerónimo. En 1446 la hereda Fernando Álvarez de Toledo, que en 1439 había sido nombrado conde de Alba. Le sucede su hijo García, a quien Enrique IV le concede la dignidad ducal. A finales del siglo XV al frente de la Casa se encuentra Fernando Álvarez de Toledo, militar ilustrado y mecenas, apodado el Gran Duque de Alba. El castillo se convierte en un palacio, del que queda alguna muestra.

Un siglo después encontramos en la villa Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús, reformadora de la Orden del Carmelo. Ha llegado a Alba para asistir a la boda de su hermana Juana con Juan de Ovalle, contador de la Casa de Alba, y, de paso, fundar un monasterio de su Orden, a petición de Francisco de Velásquez y Teresa de Layz. El 4 de octubre de 1582, la Santa enferma y muere en el monasterio de la Anunciación.

En los siglos siguientes la villa vivirá un paulatino declive provocado en parte por las grandes crecidas del río, en parte por las desamortizaciones de los bienes religiosos y en parte no pequeña por los hechos bélicos, como la guerra de la Independencia. Desde entonces Alba de Tormes trata de acomodarse al presente, sin olvidar sus glorias pasadas👇.

Actualmente, es la capital de la comarca de Tierra de Alba. Una población de poco más de cinco mil habitantes ha apostado de manera decisiva -y al parecer eficaz- por la cultura.

Aprovechando nuestra excursión por tierras salmantinas, en marzo de 2024 nos acercamos a conocer esta población. Andamos tras el señuelo del Apostolado de la iglesia de San Juan y, ya que estamos, ver el resto.

Llegamos en un día gélido, con un viento que amenaza con arrastrarnos desde el castillo al Tormes. El castillo en realidad es una enorme torre, lo que resta del palacio fortaleza de la Casa de Alba. A esto ha quedado reducido, tras el paso del tiempo y de las tropas de Napoleón.

El Ayuntamiento ha instalado en el recinto la Oficina de Turismo donde nos ofrecen todo tipo de información, un plano, horarios de visita y una tarjeta Alba Card que por seis euros nos abre las puertas de todos los monumentos. Una de las personas que atienden la Oficina nos acompaña en la visita al castillo, ofreciendo una explicación erudita y amena. Nos ofrece también la posibilidad de subir a la torre, invitación que el Colega acepta con su proverbial entusiasmo escalador.

Mientras hago fotos de las ruinas excavadas y del entorno miro con preocupación hacia las almenas. Con el aire que hace, me temo que el Colega va a salir volando como Diego Marín Aguilera en la torre de Coruña del Conde 👇.

Cuando finalmente baja nos dirigimos a la iglesia de San Juan👇, ejemplar de románico mudéjar construida en ladrillo y piedra a caballo de los siglos XII y XIII, muy reformada en los siglos XV y XVIII. Situada en la plaza Mayor de la villa, en su atrio se celebraban las reuniones de concejo, propias de las Comunidades de Villa y Tierra. Parte de la cabecera triabsidal exterior ha sido tapada por la edificación colindante. El campanario que se levanta a los pies de la iglesia es obra del XVIII. Los capiteles están algo deteriorados.

La joven guía atiende en esos momentos a un grupo, nos sella nuestras tarjetas y nos permite el paso. Nos lanzamos a ver el Apostolado románico como si no hubiera un mañana. Se trata de un conjunto románico bizantino, labrado hacia el año 1200, en piedra originariamente policromada. Contra la que pueda parecer por la colocación de los personajes no se trata de una Última Cena sino de un Juicio Final. Cristo -el Buen Pastor- apoya su mano derecha sobre un báculo y en la izquierda sostiene un cetro, símbolo de su reinado. A su derecha se distingue a San Pedro con la llave; a la izquierda, a San Juan, a quien sigue Santiago, con la concha sobre el manto. Todos sostienen un libro, excepto San Pablo.

En el muro lateral derecho se encuentra una Virgen sedes sapientiae del mismo autor que el conjunto apostólico. María aparece sentada como trono del Hijo, quien muestra el libro de la Palabra. Ambos en actitud de bendecir.

Siendo este Apostolado lo mejor de la iglesia -y en nuestra opinión de la villa- la iglesia de San Juan reúne una muestra de la riqueza que otrora atesoró Alba de Tormes, realmente interesante. Muy hermosos los dos ábsides laterales.

En el muro de la nave del evangelio cuelga un Calvario románico de transición al gótico, de madera policromada. El Cristo presenta un estado penoso de conservación. No es para menos si se tiene en cuenta que apareció emparedado en la iglesia de Santiago. Triste sino el del conjunto: las otras dos imágenes -una del siglo XII y otra del XIV- estuvieron igualmente emparedadas en la iglesia de San Miguel. La idea de las imágenes ocultas, cualquiera que sea la razón del ocultamiento, me pone de mal humor y despierta, quizá injustamente, mi vena anticlerical.

Como en el castillo, la guía nos ofrecerá una explicación documentada y amena. Se aprecia en todas las personas que nos atienden un deseo de mostrar las riquezas de la villa con conocimiento y unas buenas maneras que en otros ambientes parecen estarse perdiendo.

Visitamos luego la iglesia de Santiago👇, desacralizada, también de estilo románico mudéjar (XII), citada ya en el Fuero de 1140, por ser el lugar donde se celebraban las reuniones del Concejo. Se encuentra junto al hospital de peregrinos fundado en 1445 por Fernando Álvarez de Mendoza y de la antigua botica del hospital, convertida en Teatro de la Villa en 1842.

De la construcción original conserva el ábside, decorado con arquerías trilobuladas claramente mudéjar, y la Torre del Reloj adosada al lado sur de la cabecera. La espadaña levantada en la vertiente norte es obra barroca muy posterior. El aire que ese día azota la comarca nos impide abrir la puerta, estamos a punto de abandonar cuando la guía viene en nuestro auxilio. El interior es de una nave rectangular con ábside semicircular.

Ocupa el espacio el Museo de Alferería. Preciosos ejemplares de una artesanía que en Alba de Tormes alcanzó niveles de gran altura, que hoy defienden con tesón unos pocos alfares.

La iglesia fue lugar de enterramiento de personajes ilustras: Gutierre, primer señor de la Villa; el caballero Antón Ledesma y su mujer; e Isabel de Urbina, primera de las dos mujeres de Lope de Vega👇, y su hija Antonia. La vinculación de la familia con Alba de Tormes se produjo en el tiempo -cinco años- que Lope ejerció de secretario del duque de Alba, un cargo mitad literario, mitad cortesano, en la pequeña corte renacentista que los duques habían creado en la villa.

Ya se ha dicho que lo VIP de Alba de Tormes pasa por Santa Teresa y la saga ducal de los Alba. Vinculados con la primera están el Centro Teresiano/iglesia de San Juan de la Cruz, el Museo CARMUS y el monasterio de la Anunciación👇, fundado por la Santa en 1571.

Reclamada por la Casa de Alba para que acompañara a la joven duquesa en el parto del nuevo retoño ducal, aquí vivió sus últimos días y aquí murió el 4 de octubre de 1582, en una pequeña celda, que se muestra debidamente adornada. Monasterio y museo forman un todo aunque puede visitarse por separado. Nosotros acudimos a presentar nuestros respetos a la Santa, mujer de gran valía, gran escritora, a quien le han sido racaneados reconocimientos que han brindado con generosidad a sus pares masculinos.

Tres años después de su fallecimiento, la Orden quiso que los restos descansaran en Ávila. Al abrir el ataúd hallaron la ropa descompuesta pero el cuerpo intacto. La comunidad pidió entonces se le cortara un brazo como compensación por el traslado de los restos. El padre Gracián se quedó con el dedo meñique de la mano, que le fue sustraído cuando fue hecho prisionero por los turcos y que logró rescatar a cambio de joyas y de 20 reales. Los duques de Alba consideraron el traslado una afrenta y no pararon hasta conseguir que el cadáver volviera a sus dominios, consiguiendo que el papa Sixto V lo ordenara, so pena de excomunión. Así que en 1586 el cuerpo incorrupto de Teresa de Cepeda volvió al monasterio, siendo enterrado bajo nueve llaves, de las que tres quedaron en poder de los Alba.

En 1670 se instaló en una urna de plata, comprobándose que permanecía incorrupto. Incorrupto, sí, pero muy mermado pues en Roma se guarda parte de la mandíbula superior y el pie derecho; en Lisboa, la mano izquierda; en Ronda (Málaga), la mano derecha y el ojo izquierdo; en París, un dedo; otro dedo en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y otros dedos repartidos por el orbe cristiano. La mano derecha se encontraba en poder de las tropas republicanas y fue recuperada por las tropas franquistas durante la guerra civil, pasando a poder de Franco, quien la guardó toda su vida.

En cuanto a las dignidades, la iglesia la canonizó en 1622 como Santa Teresa de Jesús. En 1626 la cortes de Castilla la nombraron copatrona de España con Santiago, pero los partidarios del apóstol lograron que se revocara el acuerdo. Un año después el papa Urbano VIII la proclamó patrona de España. Los carmelitas obtuvieron en 1726 del papa Benedicto XIII el establecimiento de la fiesta de la transverberación del corazón de Santa Teresa. Desde 1963 es alcaldesa honoraria de Alba de Tormes y desde 1965 patrona de los escritores por declaración del papa Pablo VI, quien también la nombró Doctora de la Iglesia junto con Santa Catalina de Siena.

Pienso en al azaroso trajín de la Santa antes y después de muerta mientras contemplo la urna instalada en la parte superior del altar mayor que guarda los restos de la Santa y dos de sus reliquias más insignes: un brazo y su corazón.

Antes de volver a Salamanca pasamos por la alfarería de Tomás Pérez👇, de donde nos llevamos unos cuencos de sopa de recuerdo.

Empujados por el fuerte y frío viento, nos despedimos de Alba de Tormes con los versos de Garcilaso de la Vega, que también frecuentó estos lares: “En la ribera verde y deleitosa / del sacro Tormes, dulce y claro río, / hay una vega grande y espaciosa, / verde en el medio del invierno frío, / en el otoño verde y primavera, / verde en la fuerza del ardiente estío”.

Verde estaba. A nosotros nos tocó el invierno frío.

Fotos: ©Valvar

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