Oloron-Sainte-Marie y Morlaàs

Oloron-Sainte-Marie, capital del Alto Bearn, y Morlaàs, ambas en los Pirineos atlánticos, podrían pasar por dos pueblos más de la Francia del sur, a no ser porque guardan tesoros románicos que atraen visitantes de medio mundo: su iglesia de Sainte Marie, la primera, la de Sainte-Foy, la segunda.

Oloron se articula en tres barrios: el de Notre Dame -con su enorme iglesia neogótica y neorrománica- y su paseo de Bellevue, con los Pirineos casi al alcance de la mano; descendiendo, el casco medieval de Santa Cruz, con su iglesia de igual nombre; y el entorno de la catedral de Sainte Marie, al otro lado del río Gave.

Esta población de unos 10.000 habitantes, perteneció al reino visigodo de Tolosa, ya era sede episcopal en el siglo VI, pues su obispo Grat o Gratus asistió al concilio de Agde en tiempos de Alarico 👇. La ciudad, incluida la catedral, fue destruida por los vikingos en el siglo IX.

Sobre sus restos, a partir de 1102 se construyó la nueva catedral a instancias del vizconde de Bearn Gaston IV el Cruzado. Un poco antes se había levantado la iglesia de la Santa Cruz, destruida a lo largo de los siglos y reconstruida en el siglo XIX, que conserva restos románicos muy deteriorados.

También la catedral ha sido atacada sañudamente. En 1212, es incendiada durante las luchas entre albigenses y seguidores del papado. Todavía en el siglo XIII, se reconstruyen las naves añadiendo algunas capillas. En el siglo XIV se incendia la cabecera y, por si no fueran suficientes desgracias, las guerras de religión del siglo XVI entre protestantes y católicos la dañan aún más, de manera que es preciso reconstruirla de nuevo, ya en los siglos XVII y XVIII, ahora en estilo gótico. Únicamente la torre y la portada son románicas.

Desde 1802, cuando se abolió la diócesis de Oloron, la iglesia es concatedral de la diócesis de Bayona-Oloron-Lescar. Fue restaurada en 1850 y declarada monumento histórico francés en 1939. Es patrimonio de la Unesco, por estar situada en el Camino de Santiago, en el trazado de la vía tolosana o de Arles.

Partiendo de Burgos, llegamos a Oloron a mediodía de un domingo lluvioso de junio de 2024. En los tablones que rodean la iglesia se deshacen los últimos carteles de las elecciones europeas, celebradas el domingo anterior, haciendo hueco para las legislativas francesas ya convocadas.

Hasta que alcanzas la portada la catedral podría pasar por un ejemplar gótico de los que tanto abundan en Francia, de buena factura y en razonable estado de conservación.

Nos plantamos, pues, ante la portada occidental y, aunque vamos advertidos y a estas altura ya hemos visto bastante ejemplares de este tipo, nos quedamos admirados de la maestría de los viejos canteros románicos y del excelente estado de su trabajo, a pesar de las penurias sufridas por el edificio, protegido por el pórtico que forma la torre, adosada al imafronte de la iglesia.

Se estima que esta portada es obra de dos talleres. El primero trabajaría a partir de 1120 en el tímpano y el parteluz, obra en mármol gris y talla en bajorrelieve. El segundo realizaría las arquivoltas, enjutas y el resto del conjunto en piedra de color ocre y talla en altorrelieve.

El tímpano se distribuye en tres espacios. En el central se representa el Descendimiento de Cristo por José de Arimatea. A su lado aparecen la Virgen, San Juan Evangelista y una mujer que se identifica como una de las tres Marías. Bajo los pies de Cristo, un crismón con cabeza de bóvido.

Bajo este relieve, dos nuevos tímpanos pequeños rodeados por una moldura de soga. En el de la izquierda, un nimbado Daniel en el foso de los leones; a la derecha, un personaje sujetando a dos leones alados. Se interpreta como representación del «señor de las bestias» o bien la ascensión al cielo de Alejando Magno ayudado por grifos.

Sostienen el tímpano las jambas interiores y un mainel cuya columna parece aplastar a dos personajes con aspecto de atlantes, a los que se atribuye carácter negativo.

En la arquivolta superior aparecen los veinticuatro ancianos del Apocalipsis con redomas e instrumentos musicales. En la clave, un Agnus Dei rodeado por una cinta sostenida por dos ángeles, con las inscripción IN CRUCE SALUS + IN CRUCE VITA.

La arquivolta inferior representa la vida medieval cotidiana: la preparación de un banquete, la matanza del cerdo, la preparación del pescado, el despiece de un pato, la fabricación de un tonel, el corte del pan…

En las bases de este arco, un león andrófago y un caballero victorioso.

En las enjutas, dos soldados, procedentes, quizá, de una escena de Resurrección desaparecida.

A uno y otro lado de la puerta dos columnas en cuyos capitales se aprecia un hombre en cuclillas y cuadrumanos atados con cuerdas.

Cuando ya hemos ametrallado a fotos la portada, regodeándonos en cada disparo, pasamos al interior, de tres naves, magnífico también. Las pinturas de los muros y bóvedas son del siglo XIX. Cabe destacar su deambulatorio, el púlpito (siglo XVII), las vidrieras -de los siglos XVIII y XIX- el órgano barroco y una colección de relicarios. Como es habitual en las iglesias de Francia, la encontramos abierta, entramos y salimos sin encontrar a nadie.

A la altura de la cabecera de la catedral descubrimos una escultura de Pierre Castillou representando la leyenda de Saint Grat, obra de 2007. Refiere esta leyenda que en el siglo VI, habiendo muerto en Jaca el obispo de Oloron, San Grat, los aragoneses y los bearneses se disputaban sus restos. Acordaron entonces confiar la decisión a la mula ciega del obispo. Llevada a un punto intermedio en el alto de Somport, colocaron sobre ella el cuerpo del obispo. La mula llevó al obispo a la iglesia de Sainte Marie.

Este mismo Pierre Castillou, natural de Oloron, escultor, escritor de viajes, novelista e ilustrador, descubrió en 1997 en la Pastelería Artigarrede -situada en el nº 1 de la plaza de la Catedral- una losa grabada con las imágenes de Eva y Adán, al parecer procedente de un sarcófago. La pastelería, famosa en la ciudad por haber creado un pastel conocido como «el ruso», muestra el relieve en su interior. Lamentablemente, llegamos cinco minutos después de haber cerrado, privándonos a la vez de conocer a la seductora Eva y al angustiado Adán, y de probar la especialidad de la casa.

Oloron nos ha concedido la ventura de su catedral y nada más. Porque el día lluvioso tapa totalmente la vista de los Pirineos, tan cerca y tan ocultos. Otra vez será.

De Oloron nos dirigimos a Morlaàs, separadas por medio centenar de kilómetros y unidas por sendas portadas románicas que se dirían gemelas.

Morlaàs tuvo sus días gloriosos entre los siglos X y XII, cuando fue capital del Bearn y llegó a acuñar moneda. Luego fue cedida a la Orden de San Juan de Jerusalén y, finalmente, los vizcondes de Bearn y la capital se trasladaron a Pau. A nosotros los señores de Bearn no nos interesan tanto como la iglesia de la Santa Fe, Sainte-Foy, construida para redimir sus pecados.

Resultó que Centule V, vizconde de Béarn y Oloron, se había casado con Gisla, con quien estaba emparentado en grado que la iglesia consideraba prohibido. Ocurría esto en el siglo XI y el papa entonces reinante, Gregorio VII, escribió al vizconde mandando separarse de su parienta, en sentido lato del concepto, orden que acató el vizconde. No solo eso, sino que para expiar su pecado fundó el priorato de Sainte-Foy de Morlaàs, le dotó en abundancia y lo entregó a la orden de Cluny, a la sazón ejecutora de las directrices papales. En 1080 se construía la iglesia.

Como el resto de templos en tierra francesa, también este ha sufrido una larga relación de ataques relacionados con las luchas de religión. En el siglo XIV se desplomó la bóveda, en 1520 la iglesia fue incendiada, luego saqueada y en la guerra entre hugonotes y católicos -siglo XVI- pasó a poder de aquellos. En 1620 volvió a poder católico. La Revolución francesa lo convirtió en «templo de la Razón». En el siglo XIX, los discípulos de Viollet-le-Duc vinieron a restaurar los destrozos aplicando el criterio historicista neorrománico del maestro. Parece que en este caso el destrozo no fue excesivo.

Morlaás nos recibe con una pequeña tromba de agua, que enseguida amaina. Peor es que encontramos cerrada la iglesia, así que tenemos que conformarnos con ver únicamente el exterior. Si quieres saber cómo es el interior, aquí te lo explica Arteguías 👇

La portada románica original data de alrededor de 1150. Un grabado del siglo XIX, anterior a su restauración, permite deducir que el arquitecto Bouey de Bayonne, trató de ser fiel al original en su intervención.

La portada sigue el modelo de Oloron, el tímpano muestra un Cristo en Majestad dentro de mandorla acompañado de dos símbolos del Tetramorfos: el hombre -San Mateo- y el águila -San Juan- todos ellos sobre un crismón. Bajo esta escena se abren dos pequeños tímpanos semicirculares, el de la izquierda representa la matanza de los Inocentes y el de la derecha la huida a Egipto.

El mainel que soporta el tímpano se apoya en una pareja de atlantes encadenados, similares a los de Oleron-Sainte-Marie.

Las arquivoltas que orlan el tímpano representan aves, los veinticuatro ancianos del Apocalipsis portando redomas e instrumentos musicales y personajes sentados. Se apoyan aquellas en cuatro parejas de columnas en cuyas jambas se han labrado relieves de apóstoles. En los capiteles aparecen ángeles, personas rodeadas de tallos, animales, dragones y seres monstruosos.

A primera hora de la tarde de este domingo la población aparece totalmente vacía hasta el punto de que no encontramos un bar abierto donde tomar un café, así que seguimos camino hacia Pau, distante una docena de kilómetros de Morlaás con el buen sabor de lo que hemos podido ver.

Fotos: ©Valvar

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