San Millán de Lara

San Millán de Lara es una hoy pequeña población ubicada en la burgalesa Sierra de Mencilla, entre la tierra de Lara y la Sierra de la Demanda, que conserva de su época medieval una iglesia otrora vinculada a un monasterio ambos rodeados de leyendas.

Salimos de la A-1 por Sarracín y tomamos la N-234 con intención de salir en Mambrillas de Lara pero el Colega duda y el GPS nos envía hasta Barbadillo del Mercado y de ahí a la Bu-V-8205. Una vuelta innecesaria pero que nos permite contemplar las iglesias de Vizcaínos y Jaramillo de la Fuente, ambas cerradas. Me pongo en lo peor.

Esta parte de la sierra es una zona no demasiado conocida llena de encantos en cualquier estación del año. Nosotros acudimos un domingo de otoño suave y nos encontramos con multitud de personas buscando setas, de las que esta tierra es pródiga. El Colega propone que hagamos una parada a ver si encontramos boletus, pero desistimos, esta vez vamos a rolex. Disfrutamos con la variedad cromática de los montes, de una belleza que eleva el espíritu.

Estamos convencidos de que, después de dos intentos, esta vez sí vamos a encontrar la iglesia abierta. Nos han dicho que en ella se oficia misa los domingos a las 11,30 horas. A las 11 estamos en la puerta, que permanece cerrada.

La leyenda sostiene que en el siglo V el mismísimo San Millán de la Cogolla habitó la cueva en la que se asienta la iglesia que tenemos ante nosotros, que se habría levantado por voluntad del conde Fernán González, devoto del santo. Documentalmente aparece en 1059 en una permuta entre las abadías de San Pedro de Cardeña y Silos. En 1072 otro documento la menciona en otra permuta múltiple. En 1157 el rey Sancho III dona al obispo y cabildo de Burgos el monasterio de Sanctus Emilianus de Lara y sus posesiones, que se suponen considerables. En la bula pontificia de Alejandro III, en 1163, en la que se ratifican los límites diocesanos de Burgos y las iglesias propias de su cabildo se la cita de nuevo. El cabildo mantuvo el título de abadía de San Millán y nombró abad a uno de sus canónigos. En 1222 el cabildo catedralicio mantuvo un pleito sobre derechos eclesiásticos con varios monasterios, incluido el de San Millán de Lara, que se falló a favor de la mitra. Fernando III donó varias propiedades a la abadía, que fueron confirmadas por sus sucesores, Alfonso X y Alfonso XI. En 1354 el obispo desposeyó por absentismo al canónigo y abad Hugo de Mirabello, siendo sustituido por Juan Fernández de Aguilera. De donde se deduce que la ausencia clerical no es cosa de ahora.

En el libro de las Behetrías San Millán aparece como “lugar de la iglesia de Santa María de Burgos y abadengo porque siempre fue señor el abad de dicho lugar”. Recuperó su autonomía jurisdiccional en el siglo XVIII, a esa época corresponde el rollo de justicia, en el que aún se aprecia el hueco para apoyar la cabeza del reo.

Mediado el siglo XIX, el diccionario de Pascual Madoz señala que el pueblo cuenta “con un edificio de antigua construcción que ha sido convento de Benedictinos”. Disponía por entonces de tres canónigos para la cura de almas; los vecinos del barrio de Iglesiapinta estaban obligados a asistir a misa las cinco festividades principales del año y a ser bautizados, a pesar de tener su parroquia.

Leyenda aparte, en el siglo XII se construye la iglesia de estilo románico de tres naves con cabecera de tres ábsides semicirculares. Posteriormente, el ábside meridional fue sustituido por un edificio ocupado actualmente por la sacristía. El ábside central tiene una ventana adornada con arquivoltas y capiteles muy deteriorados.

La torre, rematada en hermoso campanario, se levanta a los pies de la construcción, sobre la antigua cueva de San Millán. Una inscripción sobre un sillar del cuerpo bajo de esta torre indica que Benedicto, Miguel y Martín hicieron la obra en el año 1165. El historiador Pérez Carmona estima que esta fecha corresponde a la torre y es posterior a la fábrica del templo.

La nave presenta dos portadas, la del muro sur es de arco de medio punto con arquivoltas y capiteles muy desgastados con temas vegetales, grifos y arpías. Esta portada y la cabecera se adscribe a la Escuela de la Sierra, que dejó excelentes ejemplares cerca de aquí, como Jaramillo de la Fuente o Vizcaínos.

La portada occidental presenta cuatro arquivoltas apuntadas y capiteles con arpías y otros figurados que se cree aluden a la degollación de San Juan Bautista, dos rostros humanos y una cacería de jabalí, todos ellos muy deteriorados. De un tímpano desaparecido queda el dintel con una cruz patada y una mocheta con cabeza de león. Algunos autores creen que esta portada es obra de un taller adscrito a la llamada Escuela Silense.

Haciendo tiempo, damos una vuelta por los alrededores hasta que encontramos con un señor de edad pareja a la nuestra. Primera sorpresa: no hay misa, el cura se ha ido y si antes oficiaba en domingos alternos, ahora, con suerte, los feligreses tienen misa una vez al mes. O no. Hoy es del no.

¿Sabe quién tiene la llave?, preguntamos. El alcalde, pero no digan que se lo he dicho yo, que no quiero líos, responde. Le prometemos ser discretos sin ninguna dificultad. Mal podríamos decir el nombre de nuestro informador, a quien no conocemos de nada.

Encontramos al alcalde trajinando en una nave próxima a su casa. Cuando le contamos nuestro propósito nos mira con suspicacia. Tengo la llave pero no puedo estar atendiendo a todo el que viene, ahora ustedes, dentro de una hora otros… nos dice.

El Colega usa sus dotes persuasivas, le cuenta al alcalde -don Aurelio Andrés Blanco- que somos admiradores del románico, que venimos de Madrid y vamos a Burgos y siempre hemos encontrada cerrada la iglesia. Lo de Madrid parece impresionar al buen hombre que por fin se compromete a abrir la iglesia si le damos diez minutos para acabar lo que está haciendo y le prometemos no estar más de otros diez minutos dentro.

Volvemos a la iglesia donde nos espera otro vecino deseoso de palique. Le cuenta al Colega que en su quinta fueron 120 mozos, que organizaban sus buenas fiestas, a las que venían hasta de Pinta (Iglesiapinta). Y ahora, ya ve, cuando nos vayamos yendo los viejos aquí no queda nadie, concluye. En 1950 la población censada era de 365 habitantes frente a los 63 de 2023. En suma, una radiografía de la España vaciada.

El alcalde llega puntual, abre la iglesia y conecta las luces del interior. Se lo he dicho muchas veces al cura, que el arzobispado debía poner a alguien con un horario para enseñar la iglesia, pero ni caso, se justifica y nos deja a nuestro aire.

Visto solo el exterior, nadie sospecharía la grandeza del templo, de tres naves de cuatro tramos separadas por arcos formeros apuntados que apoyan en pilares cruciformes, la central más amplia que las laterales, las tres de igual altura con cubierta de madera, añadida en la reforma realizada el siglo pasado.

Nos apresuramos a recorrerlo lo más rápidos posible para no hacer perder el tiempo al alcalde. El Colega, que está más ágil, sube la escalera que conduce a la cueva primitiva por una puerta de arco polilobulado, como algunas ventanas de las iglesias burebanas de Los Barrios y Navas de Bureba y de las riojanas de Treviana y Valgañón. En el interior encuentra una portada mudéjar de arco de herradura, de la obra primitiva, que se fotografía con dificultad por falta de luz. Sobre este espacio se levanta la torre.

A los pies de esa escalera se encuentra una pila bautismal de forma trococónica adornada con incisiones alargadas y circulares. En esta nave del evangelio hay que andar con cuidado porque en el suelo aflora la piedra en la que se asienta la iglesia.

Los capiteles de las columnas muestran ornamentación vegetal y algunos figurados, uno que parece Daniel en el foso con los leones o dos figuras rodeadas de serpientes.

La cabecera, originalmente de tres ábsides, conserva el central y el del evangelio, mayor el primero. Carece de transepto. El alcalde nos señala una pequeña escultura que representa a “San Claudio”, a quien se rinde culto en la iglesia. Se trata de San Victoriano Pío, fraile de La Salle asesinado durante la Revolución de Asturias y canonizado en 1999, nacido en el pueblo como Claudio Bernabé Cano.

Nos hubiera gustado permanecer más tiempo en el interior de la iglesia y disponer de mejor iluminación para ver la cueva y distinguir la ornamentación de las columnas pero agradecemos al alcalde que nos ha dedicado su tiempo sin tener obligación de hacerlo. Está vez hemos tenido suerte pero la originalidad de la iglesia y su historia merecerían una mejor promoción por parte de los responsables de la cultura en las instituciones provincial y autonómica.

Damos una última vuelta por los alrededores de la iglesia, por donde corre un arroyo bautizado con el nombre del santo que da nombre al pueblo y a la iglesia: San Millán.

En la parte superior, junto a la carretera, encontramos en el mismo punto la estela que fotografiamos la primera vez hace años.

Emprendemos el camino a Burgos tomando la carretera BU-V-8202 y en el cruce con Torrelara, la BU-P-8012 que conduce a la capital. A la altura de los Ausines se produce un pequeño atasco, dos coches delante del nuestro han parado para no atropellar a una gallina que se pasea entre los vehículos con la parsimonia de una modelo en la pasarela, ajena a nuestra presencia. Todos esperamos hasta que la gallina deja atrás nuestros coches. La España vaciada, pero respetuosa.

Fuentes: Románico digital. San Millán de Lara 👇

Arteguías, San Millán de Lara 👇

Fotos: ©Valvar

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