Entre los aficionados al arte es harto conocido el llamado ídolo de Carazo. A lo largo de los siglos se viene discutiendo si la pieza es romana o celtibérica, si procede de Carazo o de Clunia. Lo raro es que tratándose de la cabeza de una mujer no se le llame directamente diosa.
El asunto viene de lejos. El historiador y cronista Prudencio de Sandoval (1551-1620) ya habló de que en tiempos de gentiles hubo un templo dedicado a un ídolo llamado Karaço (Carazo) de quien fue devota Faustina, mujer del Emperador Marco Aurelio.
En el siglo XIX, el abad de Silos, fray Ildefonso Guepin, afirmaba que esta cabeza había sido objeto de culto en el pueblo de Carazo o en el cerro que lo domina, hasta que el mismísimo Santo Domingo de Silos la rescató y destruyó los restos de idolatría👇.

Jaime del Álamo, hablando sobre Cascajares de la Sierra👇, indica que entre las divinidades traídas por los romanos se encuentran las diosas matres o de la fecundidad, que en Barbadillo eran adoradas como Matres endeiterae y en Salas como Matres Manitucinae. Refiere también que en Carazo existió un templo dedicado a un ídolo llamado Karazo, de quien fue muy devota la mujer del emperador.
Ignacio Ruiz Vélez y Emilio Serrano Gómez 👇 creen que el tocado de la diosa, peinado con raya en el centro, triple trenza trasera, más ancha la central, y una diadema de hojas con broche circular, corresponde a la época postconstantiniana del siglo V.
Este peinado sería tomado por las mujeres de la comarca como tocado nupcial hasta que a comienzos del siglo XVII la Inquisición prohibió tal costumbre bajo pena de excomunión y multa de diez ducados para gastos de guerra contra los infieles.
La pequeña cabeza de bronce, incontestablemente femenina, mide 18 centímetros de altura, está hueca y muestra dos orificios, en la boca y en la oreja derecha. Parece sonreír y es bellísima. Puede contemplarse en el museo del monasterio de Santo Domingo de Silos, en una urna que dificulta no poco las fotos.

La información del museo rebaja el nivel épico del antiguo abad y señala que se trata de una “cabeza romana (s. III-IV), que representa una cabeza femenina realizada en bronce, procedente con toda probabilidad de la ciudad romana de Clunia Sulpicia, donde el monasterio tenía posesiones y hasta un priorato ya a mediados del siglo XI”.
Ruiz y Serrano creen que se trata de una efigie de Aelia Flaccila, mujer del emperador Teodosio, que la pieza puede estar relacionada con Clunia, como algunos de los sarcófagos de la Colegiada de Covarrubias, que fueron reutilizados para el servicio de personas distinguidas.
Aelia Flaccilla Augusta 👇 (356-386), de origen hispano, fue la primera esposa de Teodosio I, con quien se casó el año 376 y con el que tuvo tres hijos, Arcadio, Honorio y Pulcheria. En su condición de Augusta las monedas de su tiempo llevaron su nombre y su efigie. Tenida como mujer virtuosa, fue enterrada en Constantinopla, el Senado le erigió una estatua y la iglesia ortodoxa la venera como santa.
Ídolo según la definición de la Real Academia Española es «imagen de una deidad objeto de culto» y, en segunda acepción, «persona o cosa amada o admirada con exaltación«. Como sinónimos ofrece: fetiche, tótem, efigie, amuleto, reliquia, deidad, divinidad, héroe, mito, modelo, favorito, campeón, amado. Acepciones y sinónimos que, en femenino, cuadran con el objeto al que nos referimos. Esto de los sinónimos y el género tiene también su puntito. Valga de ejemplo, si introduces el término «diosa» en la versión digital de un diccionario de sinónimos te indica que no existen sinónimos, pero si introduces «dios» te ofrece una veintena de alternativas. La RAE no contempla el vocablo «ídola».
Sea esta la cabeza de la emperatriz Aelia Flaccilla o de cualquiera otra, lo evidente es que, diosa o no, se trata de una mujer. Si damos por buena la versión del abad silense de que fue el mismo Santo Domingo quien rescató la cabeza y destruyó «los restos de idolatría», si aceptamos que las mujeres de la comarca la veneraban como una de «las deidades matres», ¿por qué no renombrarla como «la diosa de Carazo«?. Las mujeres sabemos bien que lo que no se nombra no existe.
Fotos: ©Valvar


