El románico de la Auvernia

La Auvernia francesa es una región de grandes espacios, con volcanes, lagos, bosques y una enorme biodiversidad, sin contar su variedad de quesos. En ella se asientan castillos, fortalezas y algunas de las abadías más destacadas en el Camino de Santiago francés.

Nuestro objetivo en esta etapa del viaje es visitar tres de esas abadías: Orcival, Saint Nectaire y Saint Austremoine👇.

Orcival 👇es un centro turístico y deportivo frecuentado por los amantes del senderismo, el ciclismo, la pesca, la escalada o el esquí nórdico. Su nombre parece estar relacionado con el culto pagano a las fuentes.

Se afirma que en el siglo XI existía un priorato donde se veneraba una imagen de la Virgen tallada por San Lucas, que ahora recibe culta en la basílica que se levanta en el centro del pueblo, obra del siglo XII, construida en piedra de lava, impulsada por la peregrinación jacobea y la posesión de reliquias.

Se trata de una imponente iglesia tanto en su exterior, de cabecera con ábsides superpuestos como su interior, con un magnífico conjunto de capiteles y la Virgen en majestad atribuida a San Lucas. Quienquiera que fuera su autor nos legó una preciosa talla en majestad.

La torre que corona la fábrica resultó dañada por un terremoto ocurrido en el siglo XV.

El pueblo tiene una abundante oferta de restaurantes, nosotros escogemos uno frente a la portada de la abadía, lo que nos permite deleitarnos simultáneamente con la vista y el gusto.

No lejos de Orcival se encuentra el lago Guery, de origen volcánico y glacial, que suele cubrirse de hielo en invierno, donde acuden los aficionados a la pesca practican este deporte.

De Orcival a Saint Nectaire hay 26 kilómetros por una carretera tortuosa de montaña que parece no acabar nunca. Cuando llevábamos casi tres cuartos de hora de coche, en uno de los pocos tramos rectos del camino descubrimos un valle hermosísimo al fondo del que se levanta nuestro pueblo que, entre otros muchos encantos, tiene un queso autóctono, cremoso y con sabor a avellana.

Se cuenta que la población, ocupada ya en el Neolítico, fue evangelizada en el siglo III por Saint Nectaire, que acabaría dando nombre al pueblo. Siguiendo el ejemplo de los romanos, sus abundantes fuentes fueron utilizadas en el siglo XIX como centros de hidroterapia, estableciendo dos pueblos gemelos: arriba, en el monte Cornadore, la iglesia de Saint Nectaire, la parte espiritual; abajo, los balnearios, incluido un casino, dedicados al goce del cuerpo. Estos últimos ya desaparecidos.

Nosotros vamos tras su abadía, dedicada al santo que da nombre al pueblo: Saint Nectaire 👇, levantada por los monjes de La Chaise-Dieu en el siglo XII. En realidad, la iglesia está totalmente restaurada y luce como recién terminada.

En su exterior guarda muchas similitudes con la abadía de Orcival. Construida igualmente en piedra de lava, tiene una cúpula y dos torres. En su interior conserva 103 capiteles de extraordinaria factura, la mayoría policromados. El tesoro incluye una imagen de la Notre Dame du Mont Cornadore y numerosas reliquias. Permanece abierta todo el año y el acceso es gratuito.

Saint Nectaire ofrece la posibilidad de visitar las termas romanas y los megalitos antiguos. Los verdaderamente aficionados pueden asistir además a cursos sobra fabricación de su queso típico, hacer senderismo o rutas ciclistas. Nosotros descartamos tan sugestiva oferta y seguimos camino.

La etapa concluye en Issoire 👇, una población situada en la confluencia de los ríos Allier y Couze, que resultó mucho más interesante de lo que pensábamos.

Nuestro objetivo, como cabe suponer, era la abadía de San Austremonio, considerado evangelizador de la Auvernia, a quien se atribuye la construcción del templo primitivo y cuyas reliquias se veneraban aquí en el siglo III.

La iglesia actual es obra de mediados del siglo XII. Como en el resto de la región las guerras de esos siglos afectaron gravemente a la iglesia y la Revolución acabó cerrándola y vendiéndola. En el siglo XIX se restauró con criterio historicista y escaso rigor, incluido el repintado del interior.

Dejando de lado las intervenciones de los seguidores de Violet le Duc, la iglesia ofrece una imagen impresionante: su monumental cabecera, sus armoniosas proporciones, sus columnas, incluso sus repintados capiteles historiados, y su portada del siglo XIX merecen una visita.

A destacar en el exterior, los mosaicos y las esculturas de los doce signos del zodiaco, originales todos excepto el carnero.

La cripta de la iglesia está considerada de las más bellas de Auvernia. Para nuestra mala suerte la encontramos cerrada, cosa rara en estos lares. Issoire organiza cada verano un Festiva de Arte Románico, que goza de mucho predicamento.

Cumplido nuestro objetivo, nos encaminamos a conocer la Torre del Reloj, viejo campanario comunal del siglo XV, otro de los monumentos locales. Desistimos de ascender las muchas escaleras que conducen al mirador y continuamos nuestro paseo callejero. Descubrimos una ciudad muy animada, con un casco antiguo bien conservado e interesante, y algunos edificios modernos notables.

El Colega entra en uno de ellos mientras yo hago algunas fotos. Al cabo de un buen rato sale en animada charla con un coetáneo local invitándome ambos a entrar. Resulta que en el centro cultural se ha organizado una exposición fotográfica de aficionados locales cuyos premios se concederán por votación popular. Los organizadores nos invitan muy amablemente a votar. Nos costó decidirnos porque la muestra era de bastante calidad. Quede constancia.

Fotos: ©Valvar

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