Bárcena de Pienza

Acudimos a Bárcena de Pienza a finales de agosto de 2020 con el propósito de conocer lo que quede de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que fue su parroquia hasta el siglo XIX. El pueblo es una pedanía de la Merindad de Montija (Burgos), tiene un núcleo urbano muy aseado y un grupo de chalets con toda la traza de ser segunda residencia. Si viajas de sur a norte se llega a él por la carretera N-626, tomando un desvío a la izquierda después de pasar Quintanilla de Pienza.

Buscamos los restos de la antigua parroquial de la Asunción de Santa María, que fue abandonada en estado ruinoso en el XIX, un siglo después de haber tomado la decisión de trasladar el culto a un lugar más próximo al núcleo habitado, que no sufriera las inundaciones que padecía la vieja parroquia por hallarse entre el río Trueba y un cauce molinar. No encontramos ningún indicador que señale tales restos así que damos una vuelta por el pueblo y en la primera pasada nos metemos por un camino que conduce a una urbanización moderna en una de cuyas casas un cartel informa en lengua inglesa de que se trata de una propiedad privada y de que está prohibida la entrada. Nos queda la duda de si el resto de edificaciones que no lucen cartel serán de uso público y permitirán el libre acceso, aunque no lo parece. El camino acaba en el campo.

En una segunda vuelta nos adentramos por otra senda rural desde la que se entrevé lo que buscamos. Lo que parece el acceso está cerrado por una verja metálica con una abrazadera que se abre sin dificultad a un prado en el que un grupo de vacas pace tranquilamente.

El Colega empieza a andar y una, más urbanita que rural, le advierte de la presencia de las vacas. Ya las he visto, responde. ¿Y si vienen?, pregunto. No, vienen, contesta. Porque tú lo digas, insisto. Por eso mismo, dice él, sin mirar siquiera ni a las vacas ni a mí. Le sigo con no poco recelo, sin perder de vista a los animales. Así llegamos a una segunda cancela que da paso a un camino que conduce al cementerio.

Ahí están los restos de la Asunción: el ábside y el presbiterio. Según supimos, si se mantienen en pie es porque hace una veintena de años fueron restaurados mediante suscripción privada. Los propios vecinos, que en lo que va de siglo no llegan al medio centenar, costearon la reparación de la cubierta.

Los muros del ábside se dividen en cinco paños con otras tantas ventanas, de las que la central y las dos orientadas al sur tienen una abertura en saetera, solo algunas conservan la ornamentación.

La chambrana de la ventana central está decorada con seis arquillos de medio punto en los que asoman otras tantas cabezas humanas, similares a las que encontramos sin salir de la provincia de Burgos en Butrera, San Pantaleón de Losa y Siones, atribuidas a un Taller de Mena. Las columnas se apoyan en capiteles muy desgastados y algo toscos, una cabeza caprina a la izquierda y un león que mira al frente, a la derecha.

Las columnas que separan los paños del ábside rematan en capiteles historiados, entre los que se distingue un caballero que ataca con una lanza a un cuadrúpedo, un aspa con cabezas antropomorfas y felinas, seis soldados cubiertos con casco y protegidos por escudos ovalados, en lo que se quieren ver guerreros musulmanes, y cinco soldados con rodelas y cascos, uno de ellos blandiendo la espada. que se atribuyen a un grupo guerrero cristiano.

Los canecillos de la cornisa son zoomorfos en su mayoría, de los que abundan en el bestiario propio del románico y otros menos habituales como una tortuga o un carnero con los cuernos enroscados. Hay también una cabeza humana que se atribuye a un clérigo y que, vista ahora en las fotos, a mí me parece una dama. No lo comento con el Colega porque dice que desde que he leido el libro de Isabel Meillén, Tierra de Damas solo veo mujeres en el románico.

Lo que algún día fue la nave de la iglesia hoy lo ocupa el cementerio, al que se accede por una puerta de madera en el muro sur, donde quizá estuvo la portada de la iglesia. El interior del ábside es de bóveda de horno; su aspecto es peor que el exterior. Los ventanales se apoyan en una imposta ajedrezada. Algunos capiteles parecen retocados, los hay de buena factura y muy hermosos, los del ábside parecen reconstruidos.

En uno de los del presbiterio aparecen seis cabezas de caballeros barbados, tocados con gorros; uno de ellos, situado en el ángulo que mira hacia la nave, lleva tres conchas de vieira prendidas en el gorro. Se les tiene por guerreros, pero el escritor Rafael Alarcón aventura que pudiera tratarse de una representación del apóstol Santiago y sus discípulos o de los comitentes que promovieron la edificación de la iglesia que hubieran peregrinado a Compostela.

El capitel meridional del arco triunfal ofrece tres niveles de hojas lanceoladas, entre las que asoman pequeñas cabezas humanas; en el cimacio comparten espacio cabezas humanas y felinas.

Muy interesante es el capitel septembrional. A la derecha dos leones afrontados miran hacia atrás mientras entre sus cabezas asoma una cabeza humana y entre sus pie una cabeza de felino. A la izquierda una persona de pie abraza a dos unicornios, imagen no muy frecuente en la escultura románica.

El cesto meridional está muy deteriorado, a pesar de lo cual parece entreverse un caballero con la espada en la mano que mira a una figura que parece cubrirse con un manto, en lo que se interpreta como la escena en la que San Martín comparte su capa con un pobre.

Los enterramientos llegan hasta el borde mismo de la construcción románica. El conjunto tiene algo de desolador. Volvemos al coche desandando el camino que hicimos al llegar con la sensación de habernos adentrado en un agujero del tiempo. Por esos días los periódicos se refieren a la España vaciada, deberían hablar de la España abandonada.

Las vacas nos ignoran olímpicamente. Dirijo una última mirada al viejo ábside y se me ocurre que acaso quien ha colocado el cartel con la advertencia en lengua inglesa sea un magnate que está tomando las medidas de las ruinas. Ruinoso y deteriorado, lo que daría cualquier museo estadounidense por disponer de un ejemplar así.

Una respuesta a «Bárcena de Pienza»

  1. Mery, en primer lugar que maravilla de tomas , son de primer nivel, esos capiteles, ventanas, ábsides, etc. Que bien explicas los temas , el inicio es un estímulo para seguir hasta el final.
    Aprendemos muchísimo con tus excelentes reportajes.
    Muchas gracias y continúa por favor.
    ¡Abrazos redonditos!

    Me gusta

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