La Charité-sur-Loire

Desde Saint Savin, siguiendo por la N151 llegamos a La Charité-sur-Loire, atraídos por la peripecia histórica de su priorato cluniacense, información que habíamos descubierto en la misma web de France-voyage.com.

Situada a orillas del río del que toma el nombre, esta ciudad medieval amurallada es deudora del obispo de Auxerre, Hugues de Champallement, quien en 1059 donó sus tierras al abad de Cluny para que en ellas se construyera un monasterio. Durante los siglos XI y XII se levantó la iglesia prioral de Notre-Dame, un ejemplar de románico borgoñón, entonces la iglesia más grande del mundo cristiano, después de Cluny.

El conjunto abacial incluía las iglesias de Notre-Dame y de Saint Laurent, las instalaciones monásticas y el Jardin de los Benedictinos. Doscientos monjes habitaban en el monasterio y atendían a los numerosos peregrinos que se acogían a la “caridad de los monjes”, virtud teologal que dio nombre a la ciudad.

Su situación de paso obligado sobre el Loire enriqueció a la ciudad. Su influencia se extendía sobre 45 prioratos y 400 conventos en Francia y en Europa, de manera que era considerada como la hija mayor de Cluny. La iglesia fue consagrada en 1107 por el papa Pascal II. En 1164 el prior Rodolfo de Sully construyó la muralla que protegía el monasterio. En 1429 Juana de Arco trató infructuosamente de tomar la ciudad para el rey Carlos VII. La Guerra de los Cien Años y las guerras de religión debilitaron la abadía, pero lo que precipitó su ruina fue un incendio que destruyó 200 habitaciones y gran parte del monasterio.

La ciudad fue reconstruida sin poder evitar el declive paulatino de la abadía. En 1789 quedaban doce monjes. La ciudad no podía expandirse, constreñida entre el Loire y las murallas, a pesar de que la población no dejaba de aumentar. En 1790, la Asamblea constituyente confiscó los bienes del clero y autorizó al ayuntamiento a trocear y vender el priorato a los habitantes para servir de alojamiento. El priorato, que ocupaba la quinta parte de la ciudad acabó desapareciendo hasta hacerse invisible.

Pero, aquí estaba de nuevo Próspero Mérimée, en su papel de inspector de Monumentos Históricos, para salvar el magnífico tímpano del prioral, fechado en el inicio de la construcción, que se encontraba en el muro de una casa de la ciudad, y calificar la iglesia como Monumento Histórico.

Hubo de transcurrir un siglo más para que el arquitecto Jean Pierre Duthoit redescubriera el priorato. Entre 1974 y 2008 fueron saliendo a la luz los tesoros ocultos. Duthoit convenció al ayuntamiento para restaurar el monasterio recomprando las piezas originales de los edificios a sus propietarios una a una. El municipio se convirtió en propietario del 90% de su superficie. Desde 2001 se han acometido obras de restauración que han permitido recuperar ingeniosamente los vestigios del antiguo priorato.

Esta recuperación “ingeniosa” se percibe en cuanto se pone el pie en las calles de La Charité. Rara es la casa en la que no se descubre un relieve, una puerta, un resto de la construcción prioral hasta el punto de que para acceder a la iglesia de Notre-Dame hay que cruzar lo que aparenta ser el portal de una casa cualquiera. Lo encontramos, después de haber pasado dos veces por delante sin percatarnos, por esa facilidad que tiene el Colega de meterse en cualquier sitio como si estuviera en su pueblo.

Nadie diría lo que esconde esa sencilla puerta. Ahí estábamos nosotros, acostumbrando los ojos a la oscuridad del enorme y magnífico templo: 122 metros de longitud, 72 metros de altura en su campanario.

Aparte de sus dimensiones, nos sorprende encontrar capiteles historiados, raros en las construciones cluniacenses. La portada original y las cuatro portadas colaterales de la nave eran del siglo XII, la portada actual fue reconstruida en el XVI. Las salas góticas se han convertido en salas de exposiciones.

La web que hemos consultado afirma que “la Charité resulta una pequeña pero hermosa ciudad, situada entre el salvaje Loire y el robledal de Bertranjes, el segundo en extensión de Francia, cuyo patrimonio atrae a los amantes del arte de toda Francia”. Y a los que no son de Francia, cabe añadir.

Contentos con nuestro descubrimiento, tomamos de nuevo la carretera N151 y enlazamos luego con la D951 que nos lleva hasta Vézelay.

Fotos: © Valvar

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