Villamorón

Parece evidente que ya no hay aventuras como las que vivieron los conquistadores del Nuevo Mundo o los astronautas que pusieron el pie en la luna y, de haberlas, los jubilados no estamos para semejantes trotes. Ni falta que hace. Con frecuencia la aventura está donde menos se la espera, a la vuelta de la esquina. O en medio del páramo.

Descubrimos la iglesia de Villamorón por puro azar, zascandileando por el románico de la provincia de Burgos. Vista en la distancia nos pareció una aparición como una catedral. En sentido literal. Era verano y el reverbero del sol sobre la tierra amarilla producía una sensación de irrealidad de la que surgía una construcción monumental. La sorpresa era mayor porque conocíamos que Villamorón, que es una pedanía de Villegas, está prácticamente despoblado.

Nos desviamos del camino. Mientras seguíamos el indicador que conduce hasta Villamorón, nos informamos de que en el término existían restos romanos -una fuente- y que el nombre evocaba a un tal Mauronta, repoblador que habría llegado a finales del siglo IX y daría nombre al poblado, como Egas bautizaría a Villegas, al otro lado del río Brullés. Ambas poblaciones acabarían fusionadas en un solo concejo y dos barrios mediante la Concordia de 1491. Como bien ha estudiado el doctor Félix Martín Santos, en 1794 Villamorón trató de recuperar su independencia, petición que fue denegada por la Real Chancillería de Valladolid.

Así fue como nos encontramos junto a la magnífica fábrica de Santiago Apóstol conocida como la catedral del páramo. La iglesia estaba abierta y una persona nos informó a los visitantes que estábamos ante una construcción del tercer cuarto del siglo XIII, gótica en su planteamiento y construcción, su tracería, bóvedas y arcos, con algún trazo románico, de la que se desconocía casi todo, incluso quienes lo habían promovido y financiado, tanto si se trata de una iniciativa monacal o del capricho de un gran señor -aquellos fueron años de dominio de la familia Villegas en la comarca-. Al parecer, se ha perdido la documentación.

Se trata de una iglesia de cabecera plana, con airosa torre campanario sobre el presbiterio, adornada con arquillos ciegos apuntados sostenidos por ménsulas y ornada en sus paredes norte y sur por una cornisa con canecillos geométricos.

Dos husillos circulares adosados a sus muros meridional y septentrional aportan armonía a la de por sí armónica iglesia. De las tres portadas originales solo permanece abierta la meridional, protegida por un tejaroz en cuya cornisa se conservan canecillos de formas geométricas, como los de la torre.

Junto a esta puerta se conserva una inscripción funeraria datada en el siglo XIII, bastante deteriorada, que ha sido traducida como “En el año milésimo (y) ducentésimo sexagésimo primero (1261) el día de las nonas de diciembre murió Mariana… y fue sepultada el día de San Nicolás”.

También en el muro meridional llama la atención la gárgola de aspecto fiero apoyada en una ménsula que representa una figura humana, cubierta con lo que parece un capelo cardenalicio, mostrando su trasero. Una cerca rodea este muro, con dos arcos de acceso.

Por entonces el muro septentrional aún estaba machacado con el cableado eléctrico que utiliza la iglesia a modo de poste. Una iglesia que, para más inri, carece de iluminación. Finalmente, la empresa suministradora accedió a retirar sus cables pero en muchas otras iglesias permanecen con el beneplácito de los propietarios, los obispados. ¿Por qué esa falta de respeto al patrimonio artístico?

Los villamorinos están tan orgullosos de su iglesia que tienen a gala el apodo de cavilas con el que son conocidos, por lo que hubieron de cavilar para conseguir semejante obra de arte. Está declarada Bien de Interés Cultural desde 1994.

El interior la iglesia se divide en tres naves, la central más alta y ancha que las laterales.

La mayor parte de sus bienes han sido trasladados a Burgos, un Cristo y el retablo del Santo titular y Santa Ana se encuentran depositados en el Museo del Retablo de la iglesia de San Esteban.

Aparte de las ventanas y óculos lobulados que iluminan el interior, destaca un magnífico rosetón del muro occidental, en el que se superponen doce óculos con otros tantos arcos apuntados. Doce, como las tribus de Israel, las puertas de Jerusalén, los apóstoles, los meses del año, los signos del zodíaco… el número solar.

Una inscripción conservada en sus muros permite conocer que el interior fue decorado en el siglo XV. “Esta iglesia se pinceló y lució. De 1478 años, primero día de agosto”, reza el grafito. En 1800 volvieron a pintarse los muros.

En aquella visita conocimos a la admirable e incansable Asociación Amigos de Villamorón, entre cuyos méritos estaba el haber logrado que la Junta de Castilla y León accediera a incluir la iglesia entre sus intervenciones de restauración en 2017, evitando así su ruina. Insisto en que nos encontramos en un despoblado, con visitas esporádicas de quienes fueron sus habitantes, la España vaciada en estado puro. La Asociación en ningún momento cejó en su empeño y ha peleado contra gigantes y molinos por mantener vivo el templo, uno de los pocos restos que permanecen en pie como testigo de su historia.

Por aquél tiempo los Amigos de Villamorón andaban empeñados en que se eliminara el cableado adosado a sus muros exteriores, lo que finalmente consiguieron, y en adecentar el interior y restaurar el coro. En 2021, aún en plena pandemia, iniciaron una campaña de micromecenazgo con la que obtuvieron la financiación necesaria para llevar a cabo el proyecto, ya concluido. La iglesia luce esplendorosa dentro y fuera, lista para ser utilizada en actividades culturales.

Al contrario que en el caso de los promotores, los nombres de los mecenas de esta rehabilitación permanecerán, al menos en el mundo digital. Para dos jubilados que suman siglo y medio descubrir la iglesia de Villamorón y participar en esa campaña ha sido una de las mejores aventuras vividas en nuestras andanzas.

Fotos: ©Valvar

2 respuestas a «Villamorón»

  1. Mery cada día son más interesantes vuestras andanzas, que magnífica descripción de los lugares, gracias a vosotros estoy conociendo nuevas maravillas, las fotografías son extraordinarias y la acuarela es requetebonita.
    Gracias , chicos !

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